lunes, 30 de enero de 2012

Sobre los cortes de cabello

Creo que pocas en la vida me den una satisfacción tan difícil de explicar como un corte de cabello. Ni siquiera debería ser algo que cueste el más mínimo trabajo explicar porque me gusta tanto, simplemente es porque me gusta verme bien y un corte de cabello es una vía rápida y directa hacia ello. La dificultad aparece allí, cuando alguien se detiene a pensar en la lógica interna de las ideas que le son presentadas como una explicación del mundo que le rodea y se da cuenta, con justa razón, que debería también explicar cómo es que un corte de cabello me hacer ver bien, porque a final de cuentas, cabello más o cabello menos, no podría ser tanta la diferencia. Ese sí que es un callejón sin salida porque no existe una respuesta razonable para semejante cuestión.

Yo no sé qué es lo que determina que una persona se vea bien o no. Tengo por entendido que existen ciertas reglas no explícitas que son las que delimitan en qué punto una persona comienza a verse bien y qué cualidades debe de cumplir para ello, pero este es un tipo de conocimiento intuitivo que no podría poner en palabras sin tener que pensarlo largo y tendido, quizás con la asistencia de algunas botellas de cerveza, porque sólo se me antoja como tema para ser meditado estando borracho. No es algo que me interese en lo particular, porque cambiaría muy poco cómo me relaciono con el mundo poder expresar claramente los elementos del verse bien. La gente que se bien seguiría viéndose así, y la que no, es probable que esté condenada a una vida de verse mal, no porque no existiera manera de cambiar esa situación, sino porque no estaría en mis manos llegar ante un desconocido y decirle, sabe, usted se ve mal, puede cambiar todo esto para verse bien. Aprecio mucho el privilegio de no ser golpeado en la calle.

Si no sé qué es lo que hace que una persona se vea bien, menos sé aún qué es lo que hace que yo mismo me vea bien, en especial porque este juicio sobre mi apariencia va contaminado de todos los prejuicios existentes que poseo sobre mi propia apariencia. Es como mirarte en un espejo contra mirarte en una fotografía, es exactamente la misma imagen que ves en ambos medios, pero en alguno de los dos podrías considerar que te ves mejor, independientemente a todas las circunstancias que podrían modificar tu propia apariencia, como un severo caso de desvelo o una amigable resaca. Lo que es aún el colmo más grande, puede que tu tengas una opinión opuesta por completo a la que tiene el resto del mundo sobre tu apariencia en una fotografía o cómo te ves en un día en particular. 

Sin duda esto tiene una explicación lógica que podríamos estudiar con mucho rigor y ayudaría en gran parte a dilucidar el misterio de porqué disfruto tanto de mis aspecto posterior a un corte de cabello, sin embargo, me parece demasiado esfuerzo como para justificar una actividad tan poco relevante. Me basta con disfrutar de no tener tanto pelo sobre mi cabeza, que también podría contar como la explicación más sencilla acerca de mi gusto por los cortes de cabello, pero que en honor a la verdad es insuficiente.

Si fuera el caso buscar una respuesta fácil y cómoda a esta cuestión, no bastaría más que aducir la obligación que todo hombre posee de mostrarse presentable ante el mundo, y si algo hay que distinga a un hombre, es tener su cabello recortado de manera adecuada. Por supuesto esto plantea nuevas cuestiones acerca de qué constituye ser un hombre y si realmente el cabello recortado es un símbolo de masculinidad, así que me conformaré con vivir en la penumbra sobre este tema.

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